Después de más de tres décadas siendo una de las voces más queridas del pop en español, Mariana Ochoa no regresa al escenario como ídolo juvenil, sino como mujer, como artista completa y como autora de su propia narrativa. Con “El Remolino”, su nuevo sencillo, la exintegrante de OV7 se permite por fin volver a cantar desde un lugar más íntimo, más maduro, y profundamente auténtico.

En esta etapa, no hay coreografías sincronizadas ni reflectores de arena. Lo que hay es voz, corazón y cicatrices convertidas en arte. “Hace 20 años que no me sentaba a componer y ha sido una sorpresa enorme encontrarme con todo lo que tengo para contar”, dice Mariana en entrevista. Su voz suena tranquila, pero ilusionada. Como alguien que se reencuentra consigo misma después de un largo viaje.

“El Remolino”, ya disponible en plataformas, es una balada regional con tintes de redención amorosa. Fue escrita por María Bernal y Érika Ender, y producida por Joel Alonso Montes. El videoclip, dirigido por el reconocido cineasta Julián Hernández y producido por Roberto Fiesco, muestra a Mariana envuelta en una historia que muchas mujeres podrían haber vivido: dejar atrás un amor tóxico, de esos que duelen pero deslumbran, para abrir paso a una relación estable, sana… aunque distinta. La acompañan en escena Carlos Arenas y Mauricio Mancera, en una producción cuidada, honesta, cinematográfica.

Aunque Mariana lanzó discos como solista en 2003 y 2006, su prioridad durante años fue OV7, esa banda que fue casa, escuela, familia. El reencuentro en 2010, que originalmente duraría tres meses, se convirtió en una gira de más de una década. Pero con el cierre de su tour por los 30 años en 2023, llegó también una pausa natural, necesaria.

“Siempre hemos sido una familia”, insiste Ochoa sobre sus compañeros de grupo, minimizando el drama mediático de los supuestos distanciamientos. “A veces es como cuando tu mamá deja de hablarle a la tía Juanita por un comentario… y luego todo se arregla”.

Y aunque su mirada ahora apunta a nuevos caminos, no descarta un reencuentro futuro. “Me encantaría que OV7 siguiera, como Mocedades. Lo que hicimos durante 30 años es muy valioso.”

Hoy, Mariana no canta para llenar estadios, sino para llenar vacíos internos. “Estoy en paz y haciendo lo que me gusta, a mi manera”, afirma con claridad. “Me estoy dando el gusto de sorprenderme… y con eso, contagiar a la gente”.

Quizá ahí radica la magia de esta nueva etapa: no en reinventarse, sino en reconocerse.